domingo, 29 de julio de 2007

Enfermedad















No se sabe del calor hasta que se pasa.
Las depresiones son poco apreciadas, se consideran autosugestiones que aparecen mediante el mismo proceso por el que deberían esfumarse, y sin embargo, nada de eso. Una depresión es como una enorme quemadura: aproximas tu mano al fuego y te quemas, te llevan al hospital y te curan como se pueda. Pero a veces creemos que un depresivo se merece unos tortazos para volver a apreciar la vida. Somos unos ignorantes. A ver quién le dice al quemado: "¡Pero haz que te cicatrice eso ya, imbécil!", sería grotesco.

Temo las enfermedades mentales, el fuego avisa, el cáncer se combate hasta que uno de los dos vence, pero una enfermedad mental sólo tiene un arma para luchar: la propia mente enferma. Es curioso que sea un pedazo de nuestro propio cerebro el que pida permiso al resto para pelearle. Sea o no una enfermedad que crece en nuestra sociedad desvencijada, la peste de nuestro tiempo, y sea o no genética, demuestra lo poco preparada que está nuestra sanidad pública para curar una enfermedad que mata..., y lo poco preparados que estamos para dejarnos nuestra egoísta piel en ayudar.

No hay comentarios: