lunes, 30 de junio de 2008

Tu maldito correo

Vivo en un edificio con más de cuatro portales, así que el cartero no acierta nunca al 100% sus repartos. Habitualmente hay en mi buzón cartas que no son para mí, pero como son del mismo portal se vuelven a meter en el buzón adecuado y punto. El problema es cuando esas cartas son de otro portal y necesitas la llave para poderla entregar. Me enorgullezco de mi civismo, tomo las cartas y me voy decidida al otro portal, llamo al dueño y le explico: "Soy tu vecina, de otro portal, y me han enviado unas cartas que son tuyas..." En ese momento tu vecino no decide decir: "¡Oh! ¡Qué amable, pasa, pasa!", sino que simplemente presiona su botón y te deja entrar como un mísero cartero de promociones. Así que dan ganas de darse la vuelta y quemar las cartas o abrir la del BBVA y enterarme de tus deudas, maldita maleducada, porque era una señora, la maleducada. Si a mí me llamara a la puerta un señor diciéndome que tiene cartas mías en sus manos y que viene a traérmelas ,incluso le ofrecería una limonada por su amabilidad, pero se ve que hay gente que con dar al botón que suena a mosquito alimentado de basura y abrir su portal se queda más que contenta, para qué un simple 'gracias'. Lo que más me fastidia es que luego se asocie a la gente con dinero con gente con educación.

viernes, 20 de junio de 2008

Manola en Nueva York


La película de Sexo en Nueva York no es una película, es un maxi-episodio con más publicidad, más tacones y más pájaros en la cabeza. Hace algunos días hablé de la serie aquí y anoche pensaba en el carácter irreverente de sus primeros capítulos, se destacó que estas cuatro mujeres hablaran libremente de sexo, de relaciones, de zapatos y demás, pero en este maxi-episodio que solamente puede verse en cines, sólo hay publicidad, algunos gags brillantes y mucho tópico. He aprendido que a las mujeres se las conquistaba con diamantes en la época de Los caballeros las prefieren rubias, en el siglo XXI se las conquista con Manolos y enormes roperos. También he aprendido que definitivamente la enfermedad del nuesta época es el individualismo y el egoísmo: "te quiero mucho, pero me quiero más a mí", es una frase que me gustaría oírsela a muchas mujeres maltratadas física y psicológicamente, pero no a una mujer con una maravillosa relación. Soy muy partidaria de la soltería, que viva, que viva, pero no soy partidaria de que las personas sean medios, ni de que esta vida consista en hacerla lo más terrenal posible, porque por el suelo se arrastran las culebras. Está bien que haya familias compuestas por una persona, solteros convencidos, individualistas desde la cuna, menos mal que existen, pero supongo que no tengo asumido que uno viva exclusivamente para uno mismo, no tengo asumido como humanismo vivir para los placeres de uno porque, de nuevo, eso convierte a las personas en medios, y quizá esté bien si libremente nos dejamos ser objetos, pero en valores superiores no lo está.

martes, 17 de junio de 2008

La empatía empírica

Hay una empresa catalana que comercializa secuestros por 400 euros. Hace un tiempo me escandalicé al saber que había empresas que hacían fortuna vistiendo coartadas, adornando mentiras, alentando el engaño. Hoy mi sorpresa confirma que las películas son más ciertas cuanto más absurdas: The Game, Abre los ojos... Si uno tiene una vida anodina o necesidad de adrenalina, contrate a esta empresa catalana que le observará durante semanas para comprobar cuándo sería mejor secuestrarle, eso sí, usted hágase el sueco y por mucho que grite y tenga momentos de pánico al pensar que igual estos secuestradores son de verdad y no de S.A., no le soltarán porque usted les contrató para ello. Me pregunto qué experiencia tienen los trabajadores de esta empresa, ¿ex policías o ex secuestradores? ¿tendrán exóticos acentos balcánicos? ¿simpatizarán en sus entrañas con grupos terroristas? ¿habrá en el contrato una cláusula que exima de responsabilidades a los secuestradores si la falsa víctima muere del susto?
En fin, no quiero nunca ni suponer lo que puede vivir uno secuestrado, me alegro de que aún quede gente que simplemente crea en la empatía.

jueves, 12 de junio de 2008

Reflan


No tengo más que añadir.

miércoles, 11 de junio de 2008

Piquete y papel higiénico


Quien haya leído La Carretera de Cormac McCarthy sabrá que las latas son los elementos que mejor aguantarían una gran catástrofe nuclear. El papel higiénico y el jabón acumulado en un búnker no son más que cenizas fuera de él, sin embargo, la gente tiende a hacer acopio de papel higiénico cuando surgen alarmas y compra productos frescos, cuando éstos son objeto del consumo rápido, es decir, del que se ejerce cuando no hay una verdadera catástrofe.
Estos días, la gente ha saqueado, previo pago y colas, los comercios, se ha hecho con litros de leche, kilos de papel higiénico, pescado, verdura y carne. En consecuencia, algunos comercios se han quedado sin género, y con más dinero del habitual en un lunes. En las gasolineras más de lo mismo. Un locutor dijo que algunos conductores había repostado hasta dos veces..., ¿y eso cómo se hace si uno solo tiene un solo depósito? Alguien me dice que a base de garrafas.
Todo esto sucede porque hay huelga de transportistas, lo que equivale a decir que el camión de la carne no llegará, ni tampoco el de pescado, ni el de la leche, ni el de gasolina... Quizá mi ignorancia me tapa los ojos, pero estoy convencida de que por tres días de huelga nadie morirá de hambre, ni siquiera con una semana de paros. Sin embargo, los medios de comunicación han encontrado su noticia: LOS PAROS PODRÍAN DURAR SEMANAS, LOS PIQUETES IMPIDEN QUE LOS MERCADOS REPONGAN SU MERCANCÍA, LA PATRONAL ACONSEJA COLECCIONAR COMIDA EN CASA POR SI DECIDIERA SEGUIR ASÍ TAN INDEFINIDAMENTE QUE NI EN LA GUERRA. En los hogares algunos se preguntan ¿será para tanto? Otros sólo actúan: "Bajaré a hacer la compra", "saldré a echar gasolina". En la cola unos a otros se dicen: "Maja, yo si fuera tú me llevaba un kilo más, que por la tele han dicho blabla bla bla".

Nunca me han parecido bien los piquetes, ni siquiera en mi otra vida cuando era anarquista, tampoco me gusta la alarma social, ni el bla bla bla, ni las neveras llenas (de vez en cuando hace que uno se sienta en casa). Me parecería bastante correcto que pasáramos algunas semanas en apuros, sin poder elegir el pescado, ni la carne, ni la fruta, ni el pan, comiendo lo justo, lo necesario, lo vital. No es justo, pero somos hijos de un país que se olvida de las lentejas rellenas y la merluza a la evacuada:
“Se cuece arroz, el riquísimo arroz de la Albufera valenciana, hasta que se seca y queda una pasta compacta. Entonces lo recortamos en forma de filete de merluza, lo rebozamos y lo freímos como si fuera una merluza.”

Estoy a favor de la huelga, muy a favor de las huelgas, un derecho que, al paso de las 65 horas semanales, seguro que nos terminarán quitando, de momento: más huelgas, siempre huelgas, pero no admito los piquetes, ni los palos de por medio de ningún bando. Ayer fui a comprar manzanilla, me paseé por la zona de la verdura y el pescado: repleto. En las televisiones: vacío. No dudo de los planos de los cámaras de televisión, dudo de los que se han forrado estos días, a costa de lo que esté por llegar. Si rebuscáramos en nuestros armarios seguro que encontrábamos la lata de pimientos que hace unos años compramos en una situación parecida. Como no tenemos búnker le vendrá bien el día de la gran catástrofe a quien consiga salir de él.

domingo, 8 de junio de 2008

Un cerebro más pequeño de lo habitual

Atención a la noticia, en elmundo.es:

Los rumores sobre un posible embarazo de Paris Hilton, que está saliendo con el cantante del grupo 'Good Charlotte' Benji Madden, se han disparado en los últimos días. El motivo del rumor es el estómago 'un poco abultado' que mostró Hilton a su llegada a un local de Los Angeles. "Paris definitivamente tenía una tripa más grande de lo habitual", han expresado los testigos del bar.

Estos testigos del bar serán probablemente los mismos que ante la pregunta de un espabilado periodista ¿Tiene usted la prueba de que no existan los ovnis?, respondería: No, por lo tanto los ovnis existen. Estoy convencida de que los testigos del bar (elevados a testigos de un crimen) no habían visto nunca antes a Paris Hilton en persona y ante el doctorado que concede leer numerosas revistas y ver mucha televisión..., se vieron capacitados para confirmar que definitivamente Paris tenía una tripa más grande de lo habitual. Me importa una mazorca de maíz que mañana semejante ser humano (por confirmar) aparezca informando sobre su embarazo (su extraña calaña quedaría perpetuada), pero me parece escandalosa la frase que arriba aparece en negrita, incluso obscena, en mi imaginación puedo verle la cara a esos testigos del bar y se parece mucho a la de Paris Hilton.

martes, 3 de junio de 2008

La mujer pauta


Hay que ver entera toda la serie de Sexo en Nueva York para apreciar que se trata en numerosas ocasiones de un retrato injusto de las mujeres: exclusivamente preocupadas por el físico, el sexo, el amor, la media naranja, la ropa, ser fabulosa y el matrimonio. Por otro lado es muy entretenida y dibuja situaciones insólitas y no por ello infrecuentes. Cuando termino alguno de los primeros capítulos me sonrojo y pienso si de verdad somos así, si la masa femenida sólo tiene esas preocupaciones, de forma inmediata me respondo que no, pero sé que no es precisamente una minoría la que se preocupa más por si algún día encontrará al hombre perfecto que la acompañará por los restos, un hombre elegante, guapo, caballeroso, con dinero y que la cuide como a una princesa, más preocupadas por esto que por..., digamos, la teología. Es una fantasía que ya no sé si ha sido inducida por los medios de comunicación o reflejada por ellos. Al final de la serie, las cuatro mujeres están emparejadas y tiene problemas reales (cáncer, problemas de fecundación, familiares con alzheimer, una casa que mantener e hijos a los que educar sensatamente y no con cosmopolitans entre las manos), han crecido y se dan cuenta de lo que es la vida. Todo esto siendo muy positiva con la serie de televisión. El caso es que me pregunto hasta qué punto las mujeres somos lo que somos y hasta que punto la corrección política nos obliga a decir que a nosotras no sólo nos interesa el matrimonio, la familia y los hijos. Supongo que está bien que nos hayan educado a las mujeres de mi generación en el trabajo, en la independencia, en la cultura, en la educación, en la economía, en el conocer el mundo, en la coherencia..., pero me pregunto porqué llegados a este punto de la Historia, las mujeres que quieren tener una familia tradicional y una vida tradicional son tachadas de ignorantes y se las acusa de no saber lo que se pierden. Yo creía que la evolución significaba: tú decides. Pero no es verdad, la mujer tiene que ser 10 en todo, en su físico, en su mente, en su trabajo, en su familia, en su círculo de amistad. Somos más críticos con las mujeres que con los hombres. Un hombre con un trabajo mediocre y un rol de padre mediocre es aceptado, pero una madre que trabaja y llega tarde al concurso de kárate está perdida. Y aún no he hablado de las mujeres homosexuales, un estrato social desconocido y marcado por la ignorancia, no se entiende bien que una mujer pueda ser femenina, homosexual, querer a su pareja, querer casarse con ella y ser tradicionalmente casera con ella, incluso tener hijos (ellas lo tienen más fácil), como si la homosexualidad fuera incompatible con todo lo que habitualmente relacionamos con una mujer. Aquí está el problema, en el prejuicio, en el tópico, y en este país somos especialistas en esto, las mujeres jóvenes embarazadas, según nuestra raza española, se quedan de penalti. La última vez que estuve en Francia, hace unos meses, me quedé asombrada de la cantidad de mujeres jóvenes embarazadas o paseando carritos, mujeres de todo tipo, señores, mujeres con piercings, en deportivas, con tacones, en falda, con vaqueros, con niño en brazos, con un vaso de vino en la otra, de compras, de excursión... Aquí seguimos pensando en el embarazo como una enfermedad, en la feminidad como una idiotez y en la masculinidad de algunas mujeres como un desaliño propio de una mujer perdida o sucia. No hemos llegado a comprender que no hay un solo tipo de mujer y que ser mujer no es seguir una pauta.