domingo, 27 de enero de 2008

4 Meses, 3 Semanasy 2 días

Ese es el embarazo que tiene Gabita, a la que Otilia va a ayudar a abortar de forma ilegal. Rumanía, 1987. Cristian Mungiu. Palma de Oro en Cannes 2007. Una de las películas más duras que he visto nunca. Algo menos de dos horas de unas afiladas uñas rascando una pizarra. Así es esta buenísima película que crítica la dictadura, la falta de libertad, el enclaustramiento en una sociedad jerarquizada y con férreas normas. La cinta habla mucho del compromiso, de la responsabilidad, y no habla del aborto. Gabita tiene que abortar, pero no hay cuestionamientos sobre este hecho, no hay posicionamiento, si acaso nos intenta decir: mira qué jodido es abortar en esta situación. No se trata de defender la vida, ni el derecho a la vida, ni el derecho abortar ni nada de eso, se trata del compromiso, de la coherencia, de la dignidad, de la lucha. Sería una idiotez decir más de la película, puedo decir que está rodada con maestría, con dejes dogma, pero sin él, Mungiu sabe mover la cámara y dejarla quieta (genial la escena de la cena, quieta sobre la mesa y dirigida a la cara de Otilia). Sin las dos amigas esta película tampoco sería grande. No recomendada para estómagos muy sensibles, la vida es jodida, y digo es porque no es sólo Rumanía en 1987. Es hoy.
El aborto es un tema actual. El País informa de que las españolas van ahora a París a abortar. ¿Qué españolas? ¿de qué edad? ¿en qué situación? ¿con qué sueldo? ¿con qué aspiraciones de vida? ¿qué españolas son las que abortan? No está el tema en las semanas. Hay muchos grises en esta escala. Este no es un tema de portada de periódico, es un tema de grandes informes, estudios, reflexiones. No de titulares. Es un tema serio, no de periodismo rápido.

miércoles, 9 de enero de 2008

TINTA CHINA

Mi abuelo tenía un lunar azul. Mi madre me dijo que era el pinchazo de una aguja de tatuar. Se acobardó y su tatuaje era un punto azul. Ahora no sé si es verdad.
Los tatuajes antiguos suelen parecer rayajos de rotulador azul desteñido. Hay un fontanero en Madrid que tiene en su muñeca uno, torpe y corrido, que dice: L U C I. El fontanero tiene los ojos azules, nariz aguileña, bigote espeso, piel clara y pelo escaso y claro. Me ha explicado con ternura para qué es cada botón de la cisterna, porque ahora los inodoros tienen dos botones, uno para carga pequeña y otro para carga más grande (pipí y popó ha venido a decirme). Se ha trabado varias veces al hacer la suma de los 66 euros por hora, los 39 por desplazamiento y los 50 por la pieza (más el IVA, eso sí que ha sido difícil). En total un riñón me ha costado, pero la inspiración no tiene precio. ¿LUCI será su hija o una novia? ¿Qué pensará la mujer si LUCI fue una novia de juventud? ¿Habrá escuchado Lucy In the Sky With Diamonds? ¿Será un adicto al LSD?
Sería mucho mejor ser broker en la bolsa que en la vida, estratega en el Ejército que en el trabajo, analista en un periódico que en el día a día de la redacción. ¿Cuándo abandonaremos el trabajo de la ciudad por el campo? ¿cuándo volveremos a alabar mayo del 68 y a recordar la revolución de Octubre? (olvídense de lo que vino después) ¿dónde están los movimientos sociales? ¿dónde están los jóvenes que no están en Etiopía? Los que estamos aquí ¿dónde estamos?

domingo, 6 de enero de 2008

Creerse

Os presento a Egon Schiele, un pintor de pricipios del siglo XX que tuvo una vida rara y unos vicios que hoy en día le habrían hecho pudrirse en la cárcel, por la que también pasó en su día. Este es un autorretrato (pintado por él -que diría la otra), pero podría haberos enseñado los retratos de niñas y señoritas que hacía, pero me apetece no entrar en eso; es como discutir, otra vez más, si la prensa debe hablar de artistas drogadictos y tener que mencionar a Jimi Hendrix o a Janis Joplin, no es discutible ahora.

No recuerdo cómo ni dónde vi por primera vez un cuadro de Schiele, pero no olvido que tendría unos diecisiete años y la gran impresión que dejó en mí. Medianamente contemporáneo a él era Klimt, y como saben, Klimt siempre ha sido un bestseller entre las chicas, con sus dorados a lo Iglesia Ortodoxa, sus mujeres pálidas de pelo negro y así. Schiele las prefería de rodillas sucias, pelirrojas, pálidas también y bastante más guarrillas, o así las quería ver él, de nuevo: no voy a profundizar en ello. Al poco de conocer a Schiele encontré un libro de Taschen sobre él, uno de esos que te ayudan a ver su obra rápido, por no demasiado dinero y a un tamaño adecuado. Había una foto de él. La copié a color y la colgué en mi habitación, como si fuera el retrato de Alejandro Sanz (eso hubiera resultado más normal). Pensé durante mucho tiempo que Egon Schiele era un pintor menor y que a mí me apasionara no tenía ningún significado especial. Hoy leo esto:
Mi primer encuentro con Schiele, a los 13 años, cambió mi vida.
Ronald S. Lauder, fundador de la Neue Galerie de Nueva York, un centro dedicado al arte alemán y austríaco del Siglo XX.
En junio de 2006, Lauder pagó 93,4 millones de euros por el Retrato de Adèle Bloch-Bauer,de Klimt, el mayor precio pagado por una pintura hasta entonces.

Debería seguir más mis instintos ¿no?