sábado, 27 de septiembre de 2008

Bye Bye, Blue Eyes

Hace algunos años comencé un blog en el que hablaba de Clint Eastwood. Un icono de mi galería de grandes hombres del cine, de hombres de póster, de carpeta de la adolescente que llevo dentro, aunque en realidad estos hombres ya no son de la adolescencia del siglo XXI, porque yo soy del siglo pasado.
Ha muerto Paul Newman. Me costó dejar de verle como el adonis de sus primeros años para comprender la ironía de sus ojos azules, la honestidad de su fondo, la inteligencia de su sonrisa. Antes era un hombre demasiado guapo. Con el tiempo terminó siendo un enorme actor de perfectos labios y de una pasta especial. La primera película suya que vi fue La leyenda del indomable y me quemó el extraño cóctel que formaban sus ojos y sus labios. Siento mucho que perdamos estas leyendas y que sintamos la orfandad. Claro que hay otros actores guapos, claro que tenemos a Jude Law, a Jonathan Rhys Meyers... Pero no me queman, no se meten las manos en los bolsillos igual, no sonríen igual, aprendieron de otros. Leí una reflexión adecuada de Eduardo Mendicutti, algo así como que Paul Newman había sabido encajar y encontrar un lugar entre Marlon Brando, James Dean y Steve McQueen (otro cantar, para otro gran hombre). Menudo póker de ases...

martes, 23 de septiembre de 2008

Un vasco entre cowboys

Hoy he oído a Bernardo Atxaga contarle a Pedro Zarraluki su aventura estadounidense, su vida entre cowboys y cowboys en moto, cómo al poner la radio todas las canciones hablan de Jesús y cómo todo es religión allí, allí incluso en medio de la nada. Me sorprende que siempre pensemos que lo exótico está en Oriente, que allí está el verdadero mundo desconocido. Seguramente allí esté parte de él, pero yo sigo convencida de que EE.UU. es un país fascinante, la probeta en la que está el resultado de lo que fuimos y somos dentro y fuera de Europa. Volviendo a Atxaga y los cowboys..., si a Otegi le parecía que el día que los vascos escucharan música americana y comieran hamburguesas ya no merecería la pena vivir..., ¿qué opinará de esto? Ya sé que preguntarme esto es una gran incorrección política. No mencionaré que ardo en deseos de ver la nueva de Rosales. Por supuesto hoy ya había un puñado dispuesto a la lapidación del director. Me gustaría también saber qué sensaciones le recorren el cuerpo ahora a Julio Medem.

Reflexión sin compás número 1: Siempre me acuerdo de escuchar a Julio Ruiz en Radio 3 o a Ester de Lorenzo en Radio 1 demasiado tarde.

Reflexión sin compás número 2: Ver desde el primer episodio Doctor en Alaska me produciría gran satisfacción.

El buen escritor



Es verdad lo que dice Vila-Matas. Escribir es algo muy serio, o no. Escribir es algo a lo que se llega dejando de ser escritor. Supongo que he podido interpretar sus palabras como me ha dado la gana. Interpreto que cuando uno se olvida de la pose y crea obras literarias con el afán del que opera vesículas a la perfección, innovando a la hora de abrir cuerpos y extirpando tumores sin casi rajarle la piel a las personas y con un mínimo postoperatorio, entonces es el mejor cirujano de la Historia. Otro cirujano también te extirpa tumores, pero no con tan buena factura. Así ejerce un buen escritor.

martes, 16 de septiembre de 2008

El placer de lo inesperado

Antes de seguir leyendo: las películas no caducan.

Yo llevaba tiempo confiando en las películas hechas en España. Sabía que este día llegaría. Mi confianza era del tipo: "Algún día vendré a ver una película a la que no pueda ponerle peros, ni un pero". Ese día ha venido (es verdad que ha tardado por mi culpa). La película se llama La Soledad. No me gustaba un pelo eso de la polivisión. Vaya moderno, me dije yo. Pues anda que no tiene décadas ya el invento. Hace poco viendo el documental sobre Woodstock ahí estaba: la polivisión en su contexto histórico. La Soledad es un peliculón. Te metes en la vida de una gente sin saber cómo, viendo situaciones en las que nadie habla y que en principio poco aportan, pero no es así, aportan tanto como una ducha en mi vida común. Si no me duchara mi vida no sería igual. Jaime Rosales aguanta los planos como un púgil un pulso. Por cuestiones de tiempo no puedo extenderme demasiadas páginas en hablar de La Soledad. Es muy difícil meterte en la vida de las personas de esa forma, romperte el plano en dos y ponerte a una persona que te mira de frente diciéndote las cosas que le duelen. Los actores están estupendos y no hay ni una nota de música, porque cuando yo voy en autobús no hay música más allá de la de mi mp3 o la del del chaval de la derecha o el de más allá. No es dogma, queridos, es una cuestión de profundidad, de sencillez, un acto de constricción, de elipsis, de ejemplo para el cine. Qué placer, ahora que la he visto, comprender lo merecido del inesperado goya.

Ahora solo me falta ver Siete mesas de billar francés.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Coños y bujarrones

Voy a probar cuánto tiempo dura este post.

Lo que ven arriba es lo que es, pero también es un cuadro de Gustave Courbet de 1866. El cuadro estuvo escondido, por supuesto, pero ahora cuelga de una pared del Museo D'Orsay. Pueden leer la historia de este óleo que se llama El origen del mundo en otro lado porque yo aquí he venido a hablar de coños.
He venido a hablar de estos seres porque he conocido últimamente lo agresiva que es esta palabra para la humanidad. Se puede hablar mal y decir de que, incluso se puede exaltar en toda una pared la frase: la radio, es que no tiene imágenes, se puede también confesar en un micrófono no saber qué es El guardián entre el centeno, pero no se puede decir coño. De momento mi ordenador no ha explotado, ni este acogedor portal de blogs me ha expulsado, así que continuaré.

Don Camilo José Cela, insigne premio Nobel, fue el responsable de que la palabra entrara en el DRAE. No es que para mí el DRAE sea la Biblia con la que guiarse por el mundo, pero sí es un medidor a la hora de valorar mis expresiones.
Don Francisco de Quevedo, que tenía un humor que ya me gustaría rescatar de su tumba para repartir algunas migajas entre el personal..., digo que Don Francisco de Quevedo hablaba de coños como de narices... he aquí algunas frases concretas de Quevedo en 'A un Bujarrón':

Ningún coño le vio jamás arrecho
De Herodes fue enemigo y de sus gentes,
No porque degolló los inocentes;
Mas porque, siendo niños y tan bellos,
Los mandó degollar y no jodellos.

¿Saben lo que es bujarrón? Maricón. Podría, seguramente, escribir una tesis sobre el 'coño' en la literatura española, y no ya como una interjección. Es peligrosa, muy peligrosa, la mogijatería para el arte, hoy no digas coño, mañana no pintes coños, pasado destierra el azul de la paleta y al otro jamás digas comunismo o nazismo, según la parte del globo. Quevedo estará que se troncha en su tumba, si es que finalmente es verdad que tiene tumba propia.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Libre albedrío

No sé si me creo los horóscopos, me parece que no. Tengo mis dudas sobre las fases lunares, pero tengo que reconocer que si afecta al mar ¿por qué no? Hasta hoy tenía también dudas de que el viento, el sol o la lluvia tuvieran un poder tan fuerte. Hoy creo que lo tengo claro, aunque me gustaría tener cerca a un científico que pudiera darme razones para confirmar que afecta y mucho. Hoy no ha sido un buen día y la verdad es que tengo que reconocer que por muy nublado que esté, por mucho que llueva y por mucha presión que haya por culpa de esas nubes, la razón de un mal día suele ser una persona, dos, tres, la raza humana, mísera como ratas a pesar de su capacidad para lograr grandes cosas. Odio a esa humanidad perversa que esconde su mediocridad tras el insulto a los demás, odio a la humanidad que rasga la piel de la otra humanidad hasta encontrar el órgano más débil y estrujarlo como una esponja podrida. Supongo que lo que hace grande al ser humano es su capacidad para elegir, su capacidad de elegir el bien frente al mal. Lo triste es que aunque el mal tenga su sitio en la estantería, cerca del bien, en la balanza siempre pesa más, siempre duele más y la alegría hay que dorarla mucho para que brille tanto como un pequeño mal.