domingo, 6 de abril de 2008

Conversación actualizada



Se confunde el ocio con la cultura, la agenda con la motivación artística. Atentos a los suplementos de los viernes de todos los periódicos: bares de copas, restaurantes, salas de cine, centros comerciales, dónde encontrar los mejores zapatos de la capital... Porque los suplementos son para las capitales. No hay OnSoria, pero El País sí tiene su OnMadrid, un suplemento que igual te propone conciertos de música clásica que te anuncia la discoteca de moda en el foro, que se llama Nueva Fontana. No he ido nunca, pero he oído hablar, sé quiénes van y no necesito ir para saber cómo es, perdonen esa falta de sensatez periodística, pero uno no necesita entrar en una tienda de Chanel si ya ha entrado en una de Dior...
No es que crea que una misma persona no pueda disfrutar de Messiaen y de DJ Tiësto, pero creo que no hay que confundirse. Yo soy una persona que está en contra de comprar Arte, es decir, que yo aunque fuera millonaria, no compraría obras de Arte a no ser que fuera para donarla a instituciones públicas. Por esta misma regla, si fuera artista, procuraría no vender mis obras. Es una estupidez de norma que me he propuesto porque yo no soy artista. ¿Y a qué viene la mezcla de tantos factores? Compramos los suplementos del fin de semana para estar a la última, igual que vamos con frecuencia calculada de compras. Vigilamos los restaurantes que abren nuevos en la ciudad para poder decir que hemos estado y que por supuesto que hemos probado el aire de bogavante. Visitamos las nuevas marcas de ropa que se instalan en las calles de la capital para saber de qué nos hablan cuando alguien diga que está en lista de espera para un Birkin de Hermès. Y acudimos a las discotecas a las que hay que ir si eres alguien. Lo peor es que todo es una versión actualizada de algo que ya hemos visto. La nueva discoteca de moda quedará out en algunos años, cuando otra tome la batuta con idéntica actitud, idénticos cócteles, idéntica beautiful people. Lo segundo peor es que acudimos a ferias de Arte, Museos y librerías con esta misma actitud: leer lo último, ver lo último, poder decir que estuve en el Prado. Hace unas semanas una chica lista me dijo: "Me encanta el arte, pero como sólo me gusta el arte contemporáneo, nunca pisé el Prado, ¿para qué? Sé que no voy a disfrutarlo y encima pasaría más tiempo en una cola que dentro."
Poder hablar de exposiciones, de libros y de películas es, en primera instancia, puro ocio. Después se abren los debates filosóficos sobre la ética y la estética, pero dudo mucho que en la Nueva Fontana haya espacios libres de atronadora música para la segunda insancia.

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