miércoles, 11 de junio de 2008

Piquete y papel higiénico


Quien haya leído La Carretera de Cormac McCarthy sabrá que las latas son los elementos que mejor aguantarían una gran catástrofe nuclear. El papel higiénico y el jabón acumulado en un búnker no son más que cenizas fuera de él, sin embargo, la gente tiende a hacer acopio de papel higiénico cuando surgen alarmas y compra productos frescos, cuando éstos son objeto del consumo rápido, es decir, del que se ejerce cuando no hay una verdadera catástrofe.
Estos días, la gente ha saqueado, previo pago y colas, los comercios, se ha hecho con litros de leche, kilos de papel higiénico, pescado, verdura y carne. En consecuencia, algunos comercios se han quedado sin género, y con más dinero del habitual en un lunes. En las gasolineras más de lo mismo. Un locutor dijo que algunos conductores había repostado hasta dos veces..., ¿y eso cómo se hace si uno solo tiene un solo depósito? Alguien me dice que a base de garrafas.
Todo esto sucede porque hay huelga de transportistas, lo que equivale a decir que el camión de la carne no llegará, ni tampoco el de pescado, ni el de la leche, ni el de gasolina... Quizá mi ignorancia me tapa los ojos, pero estoy convencida de que por tres días de huelga nadie morirá de hambre, ni siquiera con una semana de paros. Sin embargo, los medios de comunicación han encontrado su noticia: LOS PAROS PODRÍAN DURAR SEMANAS, LOS PIQUETES IMPIDEN QUE LOS MERCADOS REPONGAN SU MERCANCÍA, LA PATRONAL ACONSEJA COLECCIONAR COMIDA EN CASA POR SI DECIDIERA SEGUIR ASÍ TAN INDEFINIDAMENTE QUE NI EN LA GUERRA. En los hogares algunos se preguntan ¿será para tanto? Otros sólo actúan: "Bajaré a hacer la compra", "saldré a echar gasolina". En la cola unos a otros se dicen: "Maja, yo si fuera tú me llevaba un kilo más, que por la tele han dicho blabla bla bla".

Nunca me han parecido bien los piquetes, ni siquiera en mi otra vida cuando era anarquista, tampoco me gusta la alarma social, ni el bla bla bla, ni las neveras llenas (de vez en cuando hace que uno se sienta en casa). Me parecería bastante correcto que pasáramos algunas semanas en apuros, sin poder elegir el pescado, ni la carne, ni la fruta, ni el pan, comiendo lo justo, lo necesario, lo vital. No es justo, pero somos hijos de un país que se olvida de las lentejas rellenas y la merluza a la evacuada:
“Se cuece arroz, el riquísimo arroz de la Albufera valenciana, hasta que se seca y queda una pasta compacta. Entonces lo recortamos en forma de filete de merluza, lo rebozamos y lo freímos como si fuera una merluza.”

Estoy a favor de la huelga, muy a favor de las huelgas, un derecho que, al paso de las 65 horas semanales, seguro que nos terminarán quitando, de momento: más huelgas, siempre huelgas, pero no admito los piquetes, ni los palos de por medio de ningún bando. Ayer fui a comprar manzanilla, me paseé por la zona de la verdura y el pescado: repleto. En las televisiones: vacío. No dudo de los planos de los cámaras de televisión, dudo de los que se han forrado estos días, a costa de lo que esté por llegar. Si rebuscáramos en nuestros armarios seguro que encontrábamos la lata de pimientos que hace unos años compramos en una situación parecida. Como no tenemos búnker le vendrá bien el día de la gran catástrofe a quien consiga salir de él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en todo lo que comentas, un poco de restriccion no nos vendría mal, estamos acostumbrados a abrir la nevera y tener de todo. Incluso a terner el congelador lleno y no tener cena e ir corriendo al super a comprar