martes, 3 de junio de 2008

La mujer pauta


Hay que ver entera toda la serie de Sexo en Nueva York para apreciar que se trata en numerosas ocasiones de un retrato injusto de las mujeres: exclusivamente preocupadas por el físico, el sexo, el amor, la media naranja, la ropa, ser fabulosa y el matrimonio. Por otro lado es muy entretenida y dibuja situaciones insólitas y no por ello infrecuentes. Cuando termino alguno de los primeros capítulos me sonrojo y pienso si de verdad somos así, si la masa femenida sólo tiene esas preocupaciones, de forma inmediata me respondo que no, pero sé que no es precisamente una minoría la que se preocupa más por si algún día encontrará al hombre perfecto que la acompañará por los restos, un hombre elegante, guapo, caballeroso, con dinero y que la cuide como a una princesa, más preocupadas por esto que por..., digamos, la teología. Es una fantasía que ya no sé si ha sido inducida por los medios de comunicación o reflejada por ellos. Al final de la serie, las cuatro mujeres están emparejadas y tiene problemas reales (cáncer, problemas de fecundación, familiares con alzheimer, una casa que mantener e hijos a los que educar sensatamente y no con cosmopolitans entre las manos), han crecido y se dan cuenta de lo que es la vida. Todo esto siendo muy positiva con la serie de televisión. El caso es que me pregunto hasta qué punto las mujeres somos lo que somos y hasta que punto la corrección política nos obliga a decir que a nosotras no sólo nos interesa el matrimonio, la familia y los hijos. Supongo que está bien que nos hayan educado a las mujeres de mi generación en el trabajo, en la independencia, en la cultura, en la educación, en la economía, en el conocer el mundo, en la coherencia..., pero me pregunto porqué llegados a este punto de la Historia, las mujeres que quieren tener una familia tradicional y una vida tradicional son tachadas de ignorantes y se las acusa de no saber lo que se pierden. Yo creía que la evolución significaba: tú decides. Pero no es verdad, la mujer tiene que ser 10 en todo, en su físico, en su mente, en su trabajo, en su familia, en su círculo de amistad. Somos más críticos con las mujeres que con los hombres. Un hombre con un trabajo mediocre y un rol de padre mediocre es aceptado, pero una madre que trabaja y llega tarde al concurso de kárate está perdida. Y aún no he hablado de las mujeres homosexuales, un estrato social desconocido y marcado por la ignorancia, no se entiende bien que una mujer pueda ser femenina, homosexual, querer a su pareja, querer casarse con ella y ser tradicionalmente casera con ella, incluso tener hijos (ellas lo tienen más fácil), como si la homosexualidad fuera incompatible con todo lo que habitualmente relacionamos con una mujer. Aquí está el problema, en el prejuicio, en el tópico, y en este país somos especialistas en esto, las mujeres jóvenes embarazadas, según nuestra raza española, se quedan de penalti. La última vez que estuve en Francia, hace unos meses, me quedé asombrada de la cantidad de mujeres jóvenes embarazadas o paseando carritos, mujeres de todo tipo, señores, mujeres con piercings, en deportivas, con tacones, en falda, con vaqueros, con niño en brazos, con un vaso de vino en la otra, de compras, de excursión... Aquí seguimos pensando en el embarazo como una enfermedad, en la feminidad como una idiotez y en la masculinidad de algunas mujeres como un desaliño propio de una mujer perdida o sucia. No hemos llegado a comprender que no hay un solo tipo de mujer y que ser mujer no es seguir una pauta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Laura, todo lo que dices es cierto. Y sobre todo, porque las mujeres, en si mismas, tienen roles tan diversos y complejos, que los medios lo deben reducir, (para que así mismo pase al stablishment), a la mujer buenona, exitosa, con familia, super 10. Pero la gorda, la fea, la lesbiana (que son mas que un montón de marimachas, y son mujeres también muy exitosas), son reducidas a la nada.
Te felicito. Buen artículo.