jueves, 16 de agosto de 2007

Mantas y medicamentos

La Tierra tembló en España hace unos días, acudimos en masa a Pedro Muñoz y nos partimos de risa de aquellos que nos metieron en sus casas para reproducir el tembleque de sus armarios. ¡Qué emoción, un terremoto en nuestro país! Fue la anécdota del día, los telediarios, periódicos e informativos de radio abrieron con eso, lo insólito, hoy abren con la muerte en Perú, porque nos hemos vuelto a acordar de que un terremoto tiene poco de gracioso o de simpático.

Piden ayuda desde Perú, médicos, grúas, bomberos..., hay qué ver cuántas profesiones útiles. Sí, el periodismo es útil como un altavoz, un puro instrumento, pero nada que ver con el servicio que dan otros, es de segunda línea. Cosa diferente es el poder que entraña. Si en vez de haber estudiado periodismo me hubiera decantado por ser bombera, ahora tendría algo que hacer en Perú. No vale con decir que siempre se puede ser corresponsal en estas tragedias, como si eso le salvara la vida a alguien, y no me venga nadie con que al ser eslabón de la cadena, informamos a los médicos de que allí los necesitan..., es tan sútil que es imperceptible, se enterarían, créanme. Hace años escuché al repetitivo Manel Fuentes decir que era periodista, pero que nunca se vio dando noticias serias en un telediario (si no lo dijo Fuentes lo dijo alguien de semejante pelaje). En realidad uno se debe de ver bastante estúpido contando la de muertos que hay en Irak y luego arrancando con Paris Hilton en la cárcel, como si nos resbalara lo que hay detrás, por eso a veces se está a gusto contándole a la gente los nuevos libros que salen, que si este disco suena bien o no y que si este cómic tiene una pinta espléndida. No hay castigo moral en pasar de puntillas, en cambio, contar en una línea que han muerto hoy 300 personas en Perú y ayer más de 200 en Irak..., le deja a uno el estómago en la garganta. Supongo que aquí está el extraño jugo que nos atrae a algunos del periodismo, sirve sin servir de verdad.

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