viernes, 27 de noviembre de 2009

De lo que no nos interesa

Cuánto tiempo. Gracias, Ilia, por recordarme que tenía un blog en el que desahogar las palabras que la radio sólo me deja pronunciar. Qué bonitas son las palabras escritas: están aquí para siempre.
En fin; en todo este tiempo han pasado muchas cosas, claro, pero esta semana parece que sólo han pasado dos en mi mundo: el editorial de los periódicos catalanes en defensa del Estatut y el bloqueo de Bruselas a la Orden de la Ley del Cine. Qué rollo todo; estoy deseando que llegue el día en que por fin todos los periodistas nos quedemos sin trabajo por culpa de los que están obcecados en hablarnos de conceptos abstractos que no nos interesan. Está claro que las leyes, las decisiones políticas, acaban repercutiendo en la calidad de vida de los ciudadanos, pero no parece que los ciudadanos podamos hacer mucho desde nuestros sofás si los políticos apalabran acuerdos en los pasillos. Que conste que no tengo claro si me interesa el Estatut. Supongo que debería. Lo que me interesa es que doce periódicos no consensúen un editorial con un fin político tan blandengue como es presionar al Tribunal Constitucional para que decida bien sobre esta ley. Creo en un consenso editorial para casos extremos, necesarios, imprescindibles; ellos creerán que este es el caso. Yo no. Habría, al menos, aguantado a que algún año el Constitucional se decidiera.
Pero, como decía, muy pocos fueron a votar esta ley, así que menos serán los que sientan real interés por ella ahora mismo. No me interesa mucho más la Ley del Cine, y no me interesa porque no tengo claro que este tipo de legislación vaya a conseguir mejores directores de cine, ni si quiera que se hagan más y mejores películas. Supongo, de nuevo, que debería interesarme. De momento me sigue interesando mucho el cine. Id a ver Celda 211, El secreto de sus ojos, Un lugar donde quedarse, 500 días juntos...
Y también quiero dejar aquí otra reflexión sobre la Ley del Aborto. Esta me interesa, aunque por lo general me gustaría que existiera una forma 'progre' de decir que no me gusta la idea del aborto. Defiendo la ley, toda ella, incluso que no tengan que decirle las chiquillas a sus padres lo que les ha pasado. Tampoco me he leído la ley enterita, pero esperaría que en ella hubiera alternativas, opciones frente a la única salida, traumática para siempre jamás. Y a la Iglesia seguramente sí podamos callarla cuando en los medios de comunicación dejemos de servirle de altavoz. Nos justificamos diciendo que en España hay muchos católicos que quieren conocer esa información: que la lean en la prensa especializada, que tienen (y mucha), o que la escuchen en misa, que es donde debe recibirla un católico. Y si realmente queremos dar la información para que los católicos se enteren (como servicio público) que no venga después con un comentario crítico-críptico.
Y esto es todo hoy. Qué bueno volver a teclear.

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