sábado, 7 de febrero de 2009

Frost contra Nixon o el multiorgasmo



Seguramente porque esta entrevista costó mucha pasta, en la película de Ron Howard no aparece ni un mínimo fragmento de ella. Cinematográficamente está bien que así sea, Frank Langella es el mejor Nixon de la Historia y sin ver al verdadero presidente, uno termina creyendo que el actor es la reencarnación del político. Un político que, gracias a George W. Bush, ha conseguido dejar de ser el peor presidente de los EE.UU. para seguir siendo un corrupto, aunque también tuvo sus guerras, ya veremos si a Obama se le cruza también una en su aparente discurso vital pacifista.

El caso es que El desafío: Frost contra Nixon es una buena película de ese género ya instaurado, cine periodístico, que basa su encanto en los mismos pilares que el cine de policías -un misterio por resolver, un malo, un bueno, exaltación de los valores...-, una película con una interpretación magistral de Langella, un buen guión (se nota que fue un texto teatral), buenos decorados y, sobre todo: material real para procurar a los "periodistas de raza" orgasmos continuados en los últimos minutos de la entrevista (oh, sí, está soltando algo nuevo, oh, sí, reconoce sus errores, oh, sí, está a puntito, a puntito..., oh sí, de pedir perdón...). Es una buena lección para estudiantes de primeros años de carrera o un recordatorio para los que años después de la graduación no saben muy bien qué hacen cortando y pegando teletipos o para los ciudadanos que se preguntan: ¿Cuándo se dejará Esperanza Aguirre entrevistar para desenfundar? ¿Y Aznar? ¿Y Felipe González? Lo que me chirría son las razones que mueven a Frost a realizar estas entrevistas, en esto la reflexión la tenemos que poner otros. El tal Frost quiere volver a la palestra, a ser una estrella de la televisión norteamericana, es un showman que quiere seguir siéndolo y como eso cuesta pasta, pues se paga. Lo del prestigio es secundario, pero la segunda posición no está mal. Lo del interés ciudadano: terciario. Aquí me irrito porque, entonces, no estamos hablando de periodismo en esta película, es un daño colateral.

La verdad es que es una suerte que no todos los periodistas sean grandes estrellas de la investigación política, que haya humildes servidores del periodismo que se limiten a cortar y pegar teletipos sobre el tiempo, las carreteras o las parrillas de televisión, que son cosas que a uno le facilitan a la vida. Los cirujanos salvan vidas con bisturí, pero qué bien sienta que el médico de cabecera te recete ibuprofeno en plena gripe.

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